Tuesday, September 23, 2008

NarcoTizArte

Pasaron varios dias y los fragmentos de vidrio seguían brillando en la calle como huesos, como la muerte misma, desde el primer día tuve la tentación de tomar uno de esos pequeños cristales y llevarmelo a la casa, ponerlo dentro de un sobre pequeño con el nombre del joven que había sido ejecutado en el parque al mediodía de este miércoles, una especie de memoria, un objeto secreto sólo para mi.

De ahí me nació la idea de recolectar los cristales que dejara cada ejecución, ponerle el nombre o los nombres, (ultimamente eran más de uno los muertos que dejaban estos actos) luego me resulto atractivo el hacer pequeñas piezas con cada cristal, todas iguales, imprimir el nombre de la víctima en letra pequeña y colocar el breve trozo de vidrio sobre él, que el nombre se viera roto, “quebrado”, esa era la palabra precisa, incluso así se llamaría la instalación “Quebrados”, muy del norte, pero tambien muy narco, muy avantgarde el rollo, me imaginé el tamaño de la obra, cuatrocientos cristales breves, uno sobre cada nombre, tal vez la edad tambien, como un dato extra, un bonus, cuatrocientos pedazos brillantes como huesos, como una larga dentadura de la muerte. Consideré el escándalo, la controversia, que Gabriel Orozco ni que la chingada, lo mio sería la primer obra narcorealista, ya me veía primero en el periódico local justificando el porqué de la obra, los motivos y las intenciones, que para que funcionen, siempre deben de ser malas, pura hipocresía yendo y viniendo, yo insistiendo en que la realidad es la principal fuente del arte, y que el arte debe de tomar la realidad y no transformarla, sino hacerla mas real, detenerla y dejarla que se siga moviendo, claro que iba a mentir respecto a que la obra seguiría creciendo conforme aumentará el número de muertos, incluso pensé en mandarle fotos al presidente de la república, Vamos Ganando, le diría al principio, a ver si pegaba, claro que todos me dirian morboso, obsceno, aprovechado, por supuesto que todos se preguntarían ¿ESO ES ARTE?, capaz que hasta me invitaran a las Bienales y esa cosa se vendería a muy buen precio.

Lo que me causó conflicto fue comprobar que no todas las ejecuciones dejaban vidrios regados, había personas que mataban en plena calle, afuera de sus casas, o los arrojaban envueltos en cobijas en lotes baldíos, ¿qué prueba podía tomar de ellos. ¿un pedazo de cobija? ¿cinta gris? ¿o la cinta amarilla con la que acordonar la escena del crimen? ¿Un casquillo de bala? Esa cuestión daba al traste con mi proyecto, lo más sencillo era aprovechar la circunstancia de que en ocasiones mataban a más de uno en cada vehículo rafagueado. Revisé los periódicos y con lo que contaba hasta ahora eran unos 215.

Me obsesioné con los cuatrocientos, porque si sólo conseguía trescientos, la gente iba a creer que lo mio era un homenaje a los guerreros de las Termopilas, pero igual, la gente se cree todo, podía poner los cuatrocientos cristales y la gente no se iba a preocupar por la precisión, lo que importa es el signo, la interpretación de la violencia diaria, total, tarde que temprano llegaría a esa cifra, aunque pensándolo bien, se vería muy mal tener más de cien cristales sin nombre, pero tambien eso podría interpretarse como un gesto optimista, como diciendo que cuatrocientos era el límite, el número que determinaría el final, o algo así, no lo pensé más, salí a la calle dispuesto a recoger uno de esos cristales, o hasta más, no encontré ninguna forma de obtener los cristales de los otros 214, así que salí decido a tomar un cristal y luego a buscar los nombres de los muertos.

Memorial de Cristal? Vidrios de la Memoria? Transparencia de la muerte? Quebrados, Gotas de sangre cristalina? Quebrados, la transparencia de la sangre? No se porqué se me ocurrió que despues de “Quebrados” tuviera que decir otra cosa, eso lo pienso después, a lo mejor ni es necesario.

Tomé el cristal del piso, no me puse a buscar el mas grande o el mas raro, todos se veían iguales, lo puse sobre mi palma y desde ese momento empezé a sentirme mal, el brillo desaparecío de inmediato, era un cristal verde opaco, casi gris, sentí vergüenza, una especie de remordimiento, pero tambien un peso enorme, algo de mas y algo de menos tenía ese cristal en mi mano, no resplandecía, sobre la palma de mi mano ese breve objeto se transformó, se convirtió en nada y se volvió un todo contenido, la muerte gris en sus seis caras, algo parecido al dolor que te causa la muerte de alguien desconocido, el sitio, a unos pasos de mi casa, la muerte de una idea, “este barrio es muy tranquilo, ni siquiera un choque de autos.”

-Está mal llevarte esto a casa- pensé- es decir, no está bien, es la muerte misma en un pedazo de arena, no pude ni guardarmelo en el bolsillo, ni siquiera cuando me guardé una vieja navaja sentí tanto frío, atravezé el parque con esa escama gris en la palma de mi mano, cruze la calle y lo arrojé al piso, para que se confundieran con los cristales de otro auto que anoche quemaron otros asesinos, en el auto había tres cadaveres, hasta ese día ninguno tenía nombre, los rastros del incendio siguen en el asfalto, la muerte es breve pero pesa.

-vuelve con los tuyos- le dije alpequeño vidrio.

Los cristales comenzaron a brillar.

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